Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 31 de octubre de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: nº 233, 7.796 a 7798
Tema: Autorización para la subasta del 2º trozo del ferrocarril del Norte en la parte desde Madrid al Ebro con un ramal desde Valladolid al embarcadero del canal de Castilla. (Apéndice 4º., Diario núm. 231.)

El Sr. SAGASTA: Señores, yo empiezo por dar las gracias al Sr. Luxán porque ha traído la cuestión a la altura en que la ven los Sres. Diputados. Yo ya he manifestado aquí en otra ocasión que tenía deseo de que las cuestiones de intereses materiales se considerasen por los Sres. Diputados con la misma ansiedad que se consideran las cuestiones políticas; voy viendo que se va consiguiendo mi deseo, y por ello estoy altamente satisfecho, porque el día que este deseo se satisfaga por completo, aquel será feliz mi país.

El Sr. Luxán empezó impugnando el art. 1.° en los mismos términos en que lo ha hecho el Sr. Montesino. Muy poco tendré que añadir a lo que ya dije anteriormente. Decía el Sr. Luxán: se otorga una concesión (se otorga si se pide, que otorgar no es pedir), se otorga, es verdad; pero ¿cuándo? Cuando vengan los documentos que exige la ley; y eso no es dar una autorización al Gobierno, ni mucho menos un voto de confianza. Pues qué, los presupuestos ¿los hace el Gobierno, los modifica, puedo arbitrariamente variarlos? De ninguna manera. Pues ahí tiene S.S. cómo no hay tal voto de confianza; porque no pudiendo el Gobierno variar la base de la tercera parte que nosotros proponemos, mal puede ser este un vote de confianza al Gobierno.

Aquí a su debido tiempo vendrá, el proyecto, vendrá la Memoria, vendrá el presupuesto, vendrán cuantos datos se exigen en la ley general de ferrocarriles, y que yo contribuí a que se exigiesen algunos que a S.S. se habían olvidado en el proyecto de ley, y que yo extrañé mucho; entre estos fue uno, y muy importante, el de los perfiles trasversales, porque sin ellos no hay presupuesto circunstanciado. Aquí vendrá, pues, el presupuesto, y vendrá después de seguir la debida tramitación, para que el Gobierno no lo pueda variar, como no lo variará sin faltar a la ley; y todos esos datos las Cortes los podrán examinar, y después de ese examen es cuando podrán decidir por dónde ha de ir el trozo de Madrid a Valladolid, lo mismo que van a decidir ahora éste.

Pero el Sr. Luxán, agradeciéndole yo la buena intención que en esto haya querido tener, quiso hacerme enemigo de mis compañeros los ingenieros, suponiendo que los cargos que yo hacía a los Gobiernos anteriores eran dirigidos a mil apreciables compañeros los ingenieros. ¿No sabe S.S. que eso no es posible? ¿Cómo es posible que yo, al dirigir algunos cargos a esos Gobiernos, quiera que de rechazo vayan a dar a mil compañeros?¿Cómo se le ha podido ocurrir eso a S.S.? Los ingenieros hacen lo que el Gobierno les manda, y si no lo hubieran hecho, en su derecho estaba castigándolos; que al Gobierno toca exigirles la responsabilidad, así como nosotros debamos exigírsela al Gobierno.

El Sr. Luxán, que empezó manifestando que yo le había hecho ciertos cargos, y que en el momento, conociendo yo la intención de S.S., me apresuré a manifestarle que no aludía al Gobierno de que S.S. formó parte, y deshice en el acto la equivocación; el Sr. Luxán, digo, más que hacer oposición al artículo, lo que hizo fue la oposición al camino del Norte por la dirección que aquí se propone, como luego demostraré.

Su señoría decía:" el Sr. Sagasta ha deshecho la equivocación, suponiendo que el Gobierno no había podido hacer nada por las circunstancias extraordinarias." Yo, señores, hice esa salvedad, porque no me gusta nunca atacar a un Ministro muerto, sino a un Ministro vivo; pero ya que S.S. dice que el Gobierno no ha podido hacer nada en la línea del Norte, que no ha podido hacerse más, yo le contestaré que sí; que los trabajos de la línea del Norte están ya concluidos, y que no les falta mas que una cosa, los perfiles trasversales; esos perfiles trasversales que yo pedí se introdujesen en la ley general de ferrocarriles, porque carecía de este dato importantísimo para todo proyecto de ferrocarril. Pues bien; si S.S. hubiese andado más deprisa, estos perfiles estarían también concluidos, estarían ahí sobre la mesa, como están los de las otras secciones. La ley de ferrocarriles se aprobó en Mayo; S.S. salió en Junio; pues bien, S.S. en el momento de aprobarse la ley general debió disponer que se hiciesen esos trabajos, que se concluyese el estudio de los perfiles trasversales que faltaban, y si no lo hizo, S.S. no cumplió con su deber. Y para esto no necesitaba el Sr. Luxán de la ley general de ferrocarriles. Pues qué, el Sr. Luxán, Ministro de Fomento, ¿no sabe que un proyecto es incompleto mientras no contenga esos perfiles? ¿Tenía necesidad de que las Cortes se lo exigieran? Y no se diga que el Gobierno estaba entonces ocupado en desenmarañar los expedientes de ferrocarriles, no; porque ese es un trabajo completamente independiente del otro, y pudiera haberle encomendado a otros ingenieros; si no lo ha hecho, no es culpa de los ingenieros; y vea S.S. cómo yo no hago cargo a los ingenieros; es culpa del Gobierno que no mandó que los ingenieros lo hiciesen.

Yo siento mucho, tengo un gran sentimiento en tener que decir eso, y repito que no lo quería decir, no por otra cosa sino porque no me gusta atacar a un Ministro muerto; quiero atacarle vivo, como S.S. sabe bien que yo lo hago.

Pero decía el Sr. Luxan, fuera ya de esto en que me he ocupado más tiempo del que creía; decía el señor Luxán:"¿Se puede concebir que se construya un trozo intermedio de una línea?" Y aquí no era ya el ataque al art. 1.°, sino al segundo trozo del ferro- [7.796] carril, para cuya construcción tenemos todos los datos que necesitamos; ahí están en esa mesa, y si falta algún documento estará en Secretaría o en la mesa de la Presidencia. Pero decía, repito, et Sr. Luxán: " ¿Se puede concebir que se empiece una línea por un trozo intermedio?" Sí señor; se concibe perfectamente, porque S.S. siendo Ministro nos lo ha enseñado. Pues qué, ¿no nos trajo S.S. una ley de concesión para la línea de ferrocarril de Sevilla a Córdoba? Pues qué, ¿no es ese un trozo intermedio para ir a Cádiz? ¿Pues cómo se extraña que proponga la Comisión lo mismo que su señoría proponía siendo Ministro? ¿Cómo extraña eso, si en último resultado se hace lo mismo que S.S. pide después, puesto que ha dicho que se apruebe el segundo trozo? ¿Cómo pide S.S. eso, si para S. S. es imposible o inconcebible que se apruebe un trozo intermedio? ¿No concibe S.S. que en esto hay una contradicción palmaria? Y aquí viene bien aquello de quantum mutatus ab illo. No tiene nada de particular que S.S. crea que yo estoy mudado, porque como S.S. dice una cosa siendo Ministro y otra siendo Diputado, no es extraño vea en mí una contradicción, porque le sucede lo que al habitante de la tierra que no conociendo la astronomía cree que es el sol el que anda, siendo la tierra la que lleva el movimiento. Su señoría ha cambiado de posición, y por eso me ve a mí en una posición distinta.

Se concibe, y se concibe perfectamente, que se empiece una línea de la extensión de la que nos ocupa, por aquellos puntos donde no ocurran dificultades: ¿por qué hemos de subordinar una parte fácil de la línea a otra difícil? Pues qué,¿cree el Sr. Luxán que 120 leguas de ferrocarril se han de construir de una vez? De ningún modo: ha de ser por trozos, y gracia. Pues entonces, ¿por qué no cree posible que se empiece por un trozo cualquiera, por el trozo de Valladolid a Burgos, por ejemplo? Mucho más cuando este trozo tiene una grande importancia, porque atraviesa una zona riquísima que no necesita que llegue hasta Francia el ferrocarril, pues le basta sólo conque llegue a empalmarse con el ferrocarril de Alar a Santander y con el canal de Castilla. Pues si además de poder empezar la línea vamos a satisfacer una necesidad apremiante, ¿qué es lo que ha podido mover a S.S. para decir que como hombre político y hombre de gobierno no cree que debiera darse esa dirección a la línea del Norte? Aunque fuera más conveniente el ferrocarril por Zaragoza, era necesario llevar una línea por donde se propone, porque es necesario sacar a esas provincias del marasmo en que se encuentran; porque es preciso evitar que tres o cuatro provincias de Castilla tengan que dar el trigo a 16 rs. y la cebada a 5, a cuyos precios no les dan sus granos ni para los arados que se desgastan, ni para los trabajos de la agricultura. ¡Y eso lo dice un hombre que se llama político y hombre de gobierno! Yo lo siento por S.S.; francamente, lo siento.

Queda, pues, demostrado, Sres. Diputados, que se concibe perfectísimamente que el ferrocarril del Norte lo empecemos por un punto intermedio, en el trozo de Valladolid a Burgos, como después ha venido a reconocer el mismo Sr. Luxán.

Pero S. S., y prescindiendo ya del art. 1º., que ha demostrado que es lo que menos le importaba, y viniendo otra vez al ferrocarril del Norte, nos decía su señoría que en esa sección hay dificultades insuperables, que no podemos hacer los trabajos necesarios porque tropezamos con una cordillera que está a la vista, y después, al otro lado del Ebro, hay también dificultades insuperables. Una de dos: ¿es conveniente llevar la línea por este lado, o no? Si es conveniente, veamos si la ciencia supera esas dificultades; eso ya está hecho, esas dificultades se han estudiado y se han vencido; está hecho el presupuesto, está hecho todo; y lo único por que nos detenemos, ¿sabéis por qué es? Por la duda entre dos grandes poblaciones; por si ha de ir por el punto A o por el punto B; no porque no pueda ir por ninguno de ellos. Y si esto lo sabe y conoce el Sr. Luxán, ¿cómo dice que hay dificultades insuperables? Ya dije en otra ocasión que los ferrocarriles era necesario considerarlos bajo dos puntos de vista. Hay ferrocarriles de una importancia grandísima, cuya importancia se conoce a priori, que no la determina el estudio, sino el espíritu y el sentimiento público. Para estos ferrocarriles no hay sacrificios que basten; no hay necesidad de calcular los gastos ni los productos, y a esta clase de ferrocarriles pertenece el ferrocarril del Norte. En esta clase de líneas no hay más remedio que decir: fiat; si hay dificultades, sálvelas la ciencia; y si por algún tiempo esas dificultades se han creído insuperables, con el tiempo la ciencia las salvará todas. Ahora se quiere unir la Inglaterra con la Francia. Dificultades presenta la realización de este proyecto, dificultades inmensas; pero el genio del hombre no se arredra ya tan fácilmente; esas dificultades se estudian, se vencerán, y el estrecho de Calais será cruzado por una locomotora.

Hay otros ferrocarriles, éstos son de orden subalterno, en que no es preciso proceder así, en que es necesario estudiar el presupuesto, los gastos de construcción, la explotación, calcular el movimiento que pueda haber, y si el líquido que resulte de sus productos es seguro, el ferrocarril debe hacerse; si no, no debe hacerse. Estos son, repito, los ferrocarriles de segundo orden. Pero cuando se trata de un ferrocarril como el del Norte, ¿dónde están las dificultades, mucho más cuando están salvadas? Mayores se presentan en el de Alar a Santander, y se está construyendo, y se construirá. Pero esto ¿tiene que ver con el art. 1º. que estamos discutiendo? ¿Tiene que ver la falta que se haya cometido en la ley, que no se ha cometido, con decir que ese ferrocarril no debe ir por ahí? No; la oposición del Sr. Luxán, sépanlo los Sres. Diputados (verdad es que lo saben, porque lo han oído como yo), no ha sido al articulo 1º., sino a la línea del Norte; y por eso, Sres. Diputados, cuando después de decir que iba a combatir el art. 1º. vi que se marchaba S.S. a la línea de Zaragoza, dije: ya pareció aquello. Los castellanos no nos oponemos a que se construya; la queremos también; lo que no queremos es que se tergiversen las cuestiones y se defrauden las esperanzas del país. El ferrocarril del Norte está clasificado por todos por Valladolid a Burgos: ese es el espíritu público, el convencimiento general Pero yo no tenía que apelar al sentimiento público ni a la voz del país para demostrar esta verdad, porque está demostrada también por la voz de la ciencia. Examine S.S. los informes facultativos que se han dado sobre la materia; examine el Sr. Luxán, que de seguro los ha examinado, los estudios que se han hecho acerca de la ley general de ferrocarriles, y verá que la línea del Norte está trazada por Valladolid y Burgos, y no solo trazada así, sino considerada como la primera línea de España, como base de los demás ferrocarriles que en España se construyan. [7.797]

Pues si esto es así; si el sentimiento público y la ciencia han clasificado esa línea, ¿cómo viene S.S. a decir que no es posible hacerla en esa dirección? Yo, francamente, cuando el Sr. Luxán se levantó a hacer la oposición a este dictamen, me figuré que lo hacía por el sentimiento que tenía de que se construyera ese camino no siendo S.S. del Gobierno, y que llevado de ese deseo se proponía dejar intacta esta cuestión por si vuelve a formar parte de él, tener la gloria de iniciarla, porque gloria y muy grande cabe en iniciar la primera obra de la Nación española. Pero luego me hacía dudar de esta idea cuando recordaba que al reunirse las Cortes Constituyentes nos presentamos al señor Luxán, siendo Ministro, cerca de 100 Diputados castellanos, que nos recibió como recibía siempre a los Sres. Diputados, peso S. S. no nos manifestó entonces las dudas que hoy ha manifestado; antes por el contrario, se presentó muy favorable a esa construcción, y ofreció que se activarían los estudios y que haría todo lo que pudiese para llevar acabo esa línea. ¿Cómo, pues, dar esta palabra teniendo estas dudas? Repito que S.S. nos dio buenas palabras hasta el punto de salir nosotros satisfechos; y sin embargo, los estudios no se hicieron, ni fue ingeniero alguno a trazar lo que nosotros queríamos.

Pero decía el Sr. Luxán: " Señores Diputados, si no hay licitador en la subasta, el Gobierno tiene que hacerlo por administración. ¿Y tenemos nosotros tanto dinero para emprender estas obras?" Sí, Sr. Luxán, tenemos dinero, tenemos una base magnífica, una ley aprobada por las Cortes, que es necesario poner en práctica, y en ninguna cosa mejor que en las grandes líneas que han de cruzar la Península. ¿No recuerda el señor Luxán que hay un artículo en la ley de desamortización que previene que la mitad de los productos de bienes nacionales se dediquen a obras publicas? ¿Para qué se quiere ese dinero? ¿Por qué no se ha de aplicar a ferrocarriles como el del Norte? ¿Quiere S.S. dedicarlo a caminos vecinales? Estos ya los harán los pueblos, como el Gobierno o las empresas particulares les hagan ferrocarriles. El Gobierno puede hacerlos por administración, porque tiene una riqueza inmensa: haya un Gobierno estable, y esa base dará grandes productos; no lo dude S.S.

Si se hace esta concesión, decía el Sr. Luxán, habrá que hacerla también para la línea de Zaragoza y de Lisboa. Si la base establecida en la ley de desamortización es para hacer vías rápidas, para establecer ferrocarriles, para construir obras importantes, ¿por qué no hemos de aplicar sus productos a la línea de Zaragoza? Indudablemente se aplicarán, como se aplicarán a la de Lisboa. La línea de Zaragoza se hará, yo lo deseo, yo no soy tan exclusivista como S.S.; pero hágase la del Norte, y puesto que se puede empezar, empiécese desde luego a satisfacer una necesidad social reconocida y reclamada por nacionales y extranjeros.

" No votéis eso, decía el Sr. Luxán, porque no vais a conseguir nada, y os va a suceder que por andar deprisa vais a tardar más." Sin duda por esta máxima fue S.S. tan despacio con el ferrocarril del Norte. Nosotros no vamos deprisa; la prueba es que en la sección que hay dudas que ventilar, la dejamos, como sucede con la tercera, porque respecto a ella se ha dicho que hay dudas, que podrá haber modificaciones importantes que puedan refluir en beneficio del país, y hemos dicho: pues demos tiempo. ¿Dónde está, pues, esa prisa con que caminamos?

También S.S., con esa buena intención que siempre tiene hacia mí, ha querido atribuirme cosas que no he dicho, suponiendo que había querido establecer un precedente funesto al decir que a la ley 14 la puede quitar la ley 15. Lo que yo he dicho es que la palabra ilegalidad no se debe emplear aquí. Si creemos que una ley que hemos hecho no cumple todas las condiciones necesarias, ¿será una ilegalidad que las Cortes la modifiquen? En ese sentido me he explicado, y de ningún modo he querido decir que las Cortes hoy varíen lo que hicieron ayer. Lo que dije fue que no me sonaba bien la palabra ilegalidad en boca de los Diputados de la Nación. Una prueba de lo que acabo de decir, son varias resoluciones que aquí se han adoptado respecto a la ley de incompatibilidades, por ejemplo, y otras. Las Cortes no cometen ilegalidades; eso es un contrasentido; pero dicho como S.S. ha querido suponer, parecía que yo iba a sentar una teoría para deshacer hoy lo que hicimos ayer, e invertir en esto todo el tiempo.

Para concluir, porque no recuerdo que se haya hecho ningún otro cargo al art.1º., sino a la línea del Norte, voy a recordar que he demostrado que el artículo 1º. está en su lugar, que no se falta a la ley general de ferrocarriles, que no se da voto de confianza alguno al Gobierno, y que no queremos ir deprisa ni sin la preparación conveniente, y por eso prescindimos ahora de la tercera sección.

En vista de todo, me atrevo a suplicar a las Cortes se sirvan dar al artículo su aprobación.



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